Escuché por primera vez a Herbie Hancock (EEUU, 1940) hace un par de años. El disco que cayó en mis manos fue Maiden Vollage (1965), un disco clásico, muy suave, agradable y considerado actualmente como uno de los mejores discos de jazz. Sumido en mi ignorancia, escuché y escuché ese disco pensando que Herbie Hancock era un compositor – al igual que muchos – encasillado en un estilo. Pasó el tiempo y un día, paseando por Gerona, di con un cartel anunciando uno de sus conciertos; no asistí. Sin embargo, me hizo recordar aquel disco y preguntarme cómo era posible que Herbie Hancock estuviese vivo si su estilo para mi era “antiguo”. Evidentemente, no lo pensé mucho: ignoraba la edad con la que compuso el disco, podía ser un compositor moderno amante de lo clásico, tener 90 años…da igual, la cosa es que no sé por qué, yo pensaba que Herbie Hancock estaba muerto, y me sorprendió comprobar que no era así. Volví a casa y Herbie Hancock siguió en su sitio: en una estantería, metido en un disco cubierto de polvo y atrapado en un estilo por culpa de 5 malditas canciones que me encantaban. Pasaron unos meses y Hancock volvió a aparecer. Head Hunters, se llamaba el disco. Lo descargué y puse la primera canción. ¿Qué es esto? Pensé. No tenía nada que ver con Maiden Vollage, era otra cosa, otro estilo muy diferente. Habían pasado 8 años entre un disco y otro, pero por el estilo de Hancock parecían haber trascurrido décadas. Base electrónica, repetitiva hasta que la omites, un estilo más cercano al funky que al jazz, insoportable…insoportable las diez primeras veces que lo escuchas. Y aquí está lo curioso de la música: puedes empezar odiando un disco y al cabo de unos meses, en otro lugar, en otra situación, con otra mentalidad, acabas por escucharlo a todas horas. Eso me ha pasado con Head Hunters, y de eso va esta entrada. Ese disco no me convenció lo más mínimo la primera vez que lo escuché, pero algo tenía que me hizo grabarlo y guardarlo durante un tiempo. De vez en cuando lo ponía y pocas veces lo acaba de escuchar.
Hace tres semanas, mientras caminaba por la calle, saltó el disco a mis auriculares y no pude despegarme de ellos hasta que acabó. Después lo volví a escuchar, y así durante los días siguientes. Hay algo en ese disco, y no sé qué es, que hace que quiera escucharlo. No me gustan las bases electrónicas, ni los sonidos repetitivos, ni el funky, ni los teclados electrónicos…es decir, Head Hunters sería el último disco que consideraría de mis favoritos (y sigo sin considerarlo) pero tiene algo que me atrapa. Esto me hace preguntarme ¿qué ha cambiado? El disco es imposible que cambie, es el mismo por mucho que lo escuche. Así que no queda más opción que asumir que soy yo, somos nosotros, los que vamos cambiando. Pero si hay alguien que cambie, ese es Herbie Hancock. Es inclasificable, se deja llevar por los nuevos estilos, experimenta y compone discos opuestos.
La próxima vez que vea anunciado un concierto suyo, sin duda, iré. Creo que debe ser de los pocos conciertos de jazz donde, aparte de escuchar buena música, aprendes historia del jazz; y es que Herbie Hancock ha ido evolucionando (evoluciona) conforme iba (va) evolucionando el jazz. Imprescindible.
Aquí dejo un tema de Head Hunters, aunque en realidad fue publicado por primera vez en su disco debut Takin’Off (1962). Watermelon Man.
a golpe de pluma…elevando la conciencia de la vanguardia proletaria 😉