Kind of Blue

A Yurena, por mostrar el camino.

“There is a Japanese visual art in which the artist is forced to be spontaneous. He must paint on a thin stretched parchment with a special brush and black water paint in such a way that an unnatural or interrupted stroke will destroy the line or break through the parchment. Erasures or changes are impossible. These artists must practice a particular discipline, that allowing the idea to express itself in communication with their hands in such a direct way that deliberation cannot interfere. The resulting picture lack the complex composition and textures of ordinary painting, but it said that those who see will find something captured that escapes explanation.”

Bill Evans. Notas introductorias a Kind of Blue.

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El próximo 24 de diciembre se cumplirán cinco años desde que mi hermana me regaló un disco acompañado de una nota; decía algo así como que ese disco sería el inicio de una gran afición. Kind of Blue inició una afición que me ha llevado hasta aquí, un blog en donde cada domingo dedico una entrada al jazz. La de hoy, como no, estará dedicada a Kind of Blue, la gran obra maestra de Miles Davis.

Kind of Blue, 1959

Miles Davis – Trompeta

Julian “Cannoball” Adderley – Saxo alto

John Coltrane – Saxo tenor

Wyton Kelly – Piano (sólo en “Freddie Freedouler”)

Bill Evans – Piano

Paul Chambers – Contrabajo

Jimmy Cobb – Batería

En los años 50, el jazz caminaba por una senda que le llevaba a un punto de inflexión. Por un lado estaba surgiendo una corriente conocida como free-jazz, de la que ya se habló en una entrada pasada (Albert Ayler: vida de pájaro, muerte de perro), y por otro se encontraba Miles Davis, un trompetista obsesionado con una nueva forma de improvisación (introducida por George Russell en  Lydian Chromatic Concept of Tonal Organization) basada en los modos. Fue a finales de aquella década cuando Miles Davis y Bill Evans abrieron el camino hacia el  jazz modal.

Kind of Blue fue la llave que abrió la puerta a una nueva forma de improvisación y el disco que supuso un antes y un después en la historia del jazz. Numerosos músicos fueron influenciados por él (tanto en el jazz como en el rock) y pocos son capaces de explicar las razones, como bien dice Bill Evans en el símil de la introducción. Quizá la clave está en su sencillez, en la capacidad de transmitir con una sencilla melodía, en el escueto sonido de Miles Davis a la trompeta o en la sólida fragilidad con la que Bill Evans acariciaba el piano. Otros opinan que su éxito reside en que ninguno de los músicos sabía qué iban a tocar hasta minutos antes de iniciar la grabación, cuando Miles Davis repartió unos esquemas básicos. Muchas páginas se han escrito acerca de ello.

Miles Davis durante la grabación de Kind of Blue

Años antes de grabar el disco que cambiaría la vida de casi todos los componentes del sexteto, Miles Davis era otro drogadicto más en el mundo del jazz. La estúpida idea de que la heroína abría horizontes a la composición e improvisación hizo que un gran número de músicos cayera en las redes de la droga. Pocos consiguieron salir a tiempo y se murieron buscando ese horizonte que nunca llegaría. Por suerte, Miles Davis estuvo enganchado sólo un par de años y consiguió escapar de la heroína para dedicarse de lleno al jazz. Tras realizar numerosos cambios en su sexteto, dio con el definitivo, aquel que le llevaría hasta la cima: Evans, Cannoball, Coltrane, Cobb, Chambers y él. Gracias a esa formación, y en especial a Bill Evans, Davis pudo dar rienda suelta a sus inquietudes musicales. Comenzó a explorar con ayuda de Evans la nueva estructura musical hasta que el 2 de marzo de 1959 el sexteto entró en el 30th Street Studio de la Columbia Records para grabar los tres primeros temas que compondrían Kind of Blue: “So What”, “Freddie Freeloader” y “Blue In Green”. “Freddie Freeloader” fue el único corte en el que Bill Evans no tocó, en su lugar estuvo Wyton Kelly. Es importante destacar la polémica que se originó en torno a la autoría de “Blue In Green”. Por un lado estaba la versión de Miles Davis, que decía que todas las ideas de los temas fueron compuestas por él, incluyendo “Blue In Green”; y por otro se encontraba la de Bill Evans, que defendía que las ideas del tema surgieron de forma conjunta en su casa. Parece ser que la versión final se inclina hacia la de Bill Evans, por lo que a veces es común ver como autores de dicho tema a Evans y Davis.

Miles Davis y Bill Evans en el estudio de Columbia Records.

Tras la primera sesión de grabación, el sexteto (septeto, incluyendo a Wyton Kelly) se marchó a casa sin la sensación de haber grabado parte del álbum que revolucionaría el mundo de la música. Transcurrido un tiempo, el 22 de abril de ese mismo año, el sexteto se volvió a juntar para grabar los dos últimos cortes del LP: “All Blues” y “Flamenco Sketches”. De este último tema hay dos grabaciones, aunque una de ellas (la que se suele incluir como bonus track en los discos actuales) no estuvo en el Kind of Blue original. Fue una toma que desecharon.

Finalizada la grabación, el sexteto de Miles Davis ofreció algunos conciertos y después cada uno se marchó para seguir con sus respectivas carreras. Bill Evans y John Coltrane dieron continuidad al jazz modal mientras que Miles Davis siguió explorando nuevas formas. Desde mi punto de vista John Coltrane fue el que mejor supo proyectar su carrera tras el Kind of Blue, llegando a la cumbre con su último trabajo: A Love Supreme. Pero de eso ya se habló en su día (A Love Supreme: el camino hacia Dios de John Coltrane).

Han pasado cincuenta y tres años desde la publicación del álbum y todavía sigue siendo un éxito de ventas. Toda persona aficionada al jazz tiene al menos una copia de Kind of Blue en su colección. Es el disco de referencia, el que resume todo un estilo y el que sirve de iniciación a muchos que no tienen ni la más remota idea de jazz. Yo me enganché a él gracias a Kind of Blue, espero que a otros les suceda lo mismo.

¿Qué le pasaba por la cabeza a Eric Dolphy?

Buen músico pero de difícil escucha. Eric Dolphy (EEUU, 1928; Alemania, 1964) era un tipo que se salía de la norma en cuanto a gustos se refiere (siempre se dice que los genios son unos incomprendidos; en este caso se verifica).  Dominaba el saxo, la flauta travesera y el clarinete bajo.

Se estrenó con Roy Porter en 1949. Después su carrera no fue del todo satisfactoria hasta que en 1960 comenzó a codearse con Charles Mingus, John Coltrane, Ornette Coleman, Oliver Nelson y Booker Little.  Con Coleman y Nelson no tuvo una colaboración extensa, mientras que con Coltrane y Mingus sí, sobre todo con este último, que se convirtió en amigo íntimo hasta su prematura muerte en Berlín. Mingus nunca aceptó la versión oficial de la muerte de Dolphy (coma diabético); según Mingus, le mató la CIA por sus ideas políticas.

Consiguió revolucionar el jazz en su corta vida, provocándole más de un encontronazo con el resto de músicos (le acusaban de tocar “anti-jazz”). Siempre se dejó llevar por las influencias musicales, por lo que su mente le pedía tocar y por la improvisación, de ahí que se convirtiera en pieza clave del engranaje jazzístico.

No quiero extenderme más porque no es un músico que domine. De vez en cuando le escucho con el fin de ir haciéndome a él, pero resulta muy complicado entender lo que hace.

A continuación dejo dos grabaciones. La primera de ellas es para conocer al verdadero Dolphy en acción en su penúltimo disco, «Out to lunch» (contando el póstumo «Last date»); y la segunda es un concierto del sexteto liderado junto a Mingus, mucho más fácil de escuchar que la anterior.

«Out to lunch» (1964, Blue note)

«Complete Bremen Concert» (1964)

A Love Supreme: el camino hacia Dios de John Coltrane.

John Coltrane (EEUU, 1926; EEUU, 1967) en los años 50 era un heroinómano, al igual que muchos de los músicos de jazz del momento. Quizá por ello no conseguía destacar como saxofonista, la heroína le tenía consumido por completo y en una posición servil que le impedía dar rienda suelta a su mente.

Miles Davis – el trompetista más destacado de jazz – habiendo sufrido en sus propias carnes el castigo de la heroína, decidió ayudar a Coltrane a superar la adicción invitándole a participar en su conjunto. Gracias a Davis, Coltrane se fue alejando de la heroína para alcanzar el nivel musical que merecía.

Impulse! por aquella época se fijó en él y le contrató para realizar alguna que otra grabación; entre ellas estaba A Love Supreme, uno de los mejores discos de la historia del jazz tanto por su contenido musical como por su repercusión social. Archie Shepp dijo en una ocasión:

“En los sesenta estábamos en la época de las religiones orientales, la nueva espiritualidad y el Hare Krishna, y ésa es la matriz de donde provenía Trane…y encajó perfectamente”.

Coltrane quiso plasmar en un disco de corta duración su camino desde que salió de las drogas hasta que descubrió a Dios. Estaba tan ilusionado con la idea que durante cinco o seis días enteros se encerró en una vieja habitación de su casa. Alice, su segunda mujer, dijo:

“Era a finales de verano, o a principios de otoño, porque esos días hacía buen tiempo en Nueva York”.

También recordó en una entrevista la cara de Coltrane cuando bajaba las escaleras después de haber pasado horas componiendo. Era una cara serena, de tranquilidad, como la de alguien que consigue satisfacer materialmente todas sus demandas intelectuales; en el caso de Coltrane, todos sus sentimientos en una suite sobrecogedora. Tres meses después grabaría A Love Supreme junto a Mccoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (bajo) y Elvin Jones (batería).

El disco se compone de cuatro partes, aunque las dos últimas van en el mismo corte. Sus nombres hacen referencia a los pasos dados por Coltrane en su acercamiento a Dios y su salida de la droga.

Acknowledgement (7:47)   [reconocimiento]

Resolution (7:22)               [resolución]

Pursuance/Psalm (17:50)   [persistencia/salmo]

El sonido es complejo, la composición poco melódica y en ocasiones parece improvisada. El saxo de Coltrane realiza virguerías sobre una sólida base y a veces deja paso a Mccay Tinner para que se luzca un poco. Uno de los mejores momentos – a parte del espectacular e inconfundible inicio de suite y la parte Psalm – es cuando al final de Acknowledgement Coltrane comienza a decir con voz grave “a love supreme”. Nunca más se vuelve a escuchar su voz.

No es un disco para poner de fondo, sí para escucharlo sentado durante los treinta y pocos minutos que Coltrane emplea para descubrirse ante Dios.

Lo más curioso de todo es que después de grabarlo y de vender medio millón de copias, Coltrane murió. Encontró a Dios pero éste se lo llevó…o algo así.